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Aunque la pandemia por coronavirus siga presente y condicione nuestra movilidad en Navidad, no hay que dejar a nadie solo.

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La Navidad es importante, incluso en tiempos de Covid. Ya sea por motivos familiares, religiosos o simbólicos, lo cierto es que estas fechas tan señaladas llevan aparejada una inmensa carga emocional.
Precisamente por ello también conllevan numerosos rituales, normalmente rígidos, que se perpetúan de año en año, que se heredan casi de generación en generación, y a los que nos cuesta mucho renunciar.

¿Cómo se adapta la Navidad al contexto de la pandemia por Covid?

Evita todo lo que sea un puro compromiso.
Todos sabemos que hay algunos encuentros que se orquestan por pura inercia, y a los que ambas partes acuden por puro compromiso.

Me refiero, por ejemplo, a la comida de rigor con algún miembro de la familia extensa a quien vemos de año en año, con ex-compañeros de trabajo, vecinos, etc.

Sin renunciar a mantener el contacto, que siempre es deseable, este año deberíamos poder sustituir todos estos compromisos con una llamada de teléfono, y emplazar el encuentro al próximo año.
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No renuncies por completo a algunos de los eventos más esperados y gratificantes del año

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Deja claras las normas de las reuniones.

Esas que se celebran con los más allegados y que van a tener lugar en todas las casas.

Es imprescindible explicitar previamente las normas, avisar a todos de que habrá mascarilla antes y nada más terminar de comer, así como distancia durante todo el evento, para que nadie se sorprenda, se ofenda o se permita el lujo de criticarte por ello.

No hay que dejar a nadie solo ni crear escenarios o expectativas devastadoras, pero sí es necesario que todos y cada uno de nosotros asumamos unas pocas renuncias y unas pocas responsabilidades.unas pocas renuncias y unas pocas responsabilidades

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